miércoles, 29 de junio de 2016

En la mitad de la ruta

Mi última crónica la escribí desde Chos Malal, ciudad enclavada en el norte neuquino que supo patear el inolvidable obispo de Neuquén, don Jaime de Nevares. Con su Pedagogía Política bajo el brazo – obsequio de su discípulo Jorge Muñoz– me reuní con lxs compañerxs de la Mesa Campesina del Norte de Neuquén, la cual integra el Movimiento Nacional Campesino Indigena (MNCI) y la Vía Campesina. La Mesa viene hace años luchando por los derechos de los crianceros tráshumantes del norte neuquino –mapuches y criollos por igual– y tiene una radio llamada La Arriera, desde la cual se acompaña el peregrinar de los crianceros y se difunden sus luchas. También participé de una muy nutrida asamblea popular contra un proyecto de megaminería en el cerro Caicallén. 
En Andacollo me reuní con una familia cuya salud se vio afectada por la actividad de la mina de oro que solía funcionar allí y que, de un día para otro, levantó sus operaciones y se fue, dejando un tendal de mineros en la calle cuyos salarios pasaron a ser cubiertos, tras el descontento popular, por el gobierno provincial.
En Curamallín visité a Gladys Herrero y su compañero quienes, mate y el más delicioso queso de leche de chiva casero mediante, me relataron los sabores y sinsabores de su vida criancera y del pasado minero del pueblo. 
En Malargüe los dueños del hostal en el que me hospedé, Roxana y Gustavo, me ofrecieron un buen pantallazo de la realidad socioambiental de la zona y me pusieron en contacto con lxs integrantes de la Asamblea por los Bienes Comunes de Malargüe. A través de todxs ellxs me informé sobre los cultivos de semilla de papa al norte y sur de la ciudad con un alto nivel de agrotóxicos, el feedlot local y las plantaciones de soja que lo acompañan, los desechos de uranio, el escándalo del robo de agua del Río Malargüe para un emprendimiento agrícola, los pozos petroleros y el proyecto de extracción de sales de potasio que la empresa Vale pretende desarrollar en el Río Colorado y, como en tantos otros lugares del país, cómo dicha empresa pretende comprar voluntades financiando la construcción de la terminal de ómnibus y algún que otro servicio del hospital. Sol Remon y Nicolás Morales, integrantes de la Asamblea, me invitaron a compartir mis reflexiones sobre el viaje en su programa de radio "Desinformando" y visité a un vecino del predio donde el Consejo Nacional de Energía Atómica (CNEA) estaría realizando la remediación ambiental tras el cierre de la planta nuclear que funcionó allí, inquieto sobre la calidad del agua que él y sus hijos beben y la calidad del aire que él y sus hijos respiran. Visité a Raquel Perassi, técnica de la Secretaria de Agricultura Familiar de la Nación, quien me ofreció detalles del programa "Chivitos del puesto al barrio" (que vinculaba a los puesteros caprinos de Malargüe con los barrios del Gran Mendoza) y me contó las peripecias y malabares que ella y sus compañerxs están haciendo para tratar de asistir técnicamente a los agricultores familiares en medio de despidos generalizados, prevaricación laboral, falta de fondos y el desmantelamiento creciente del área instaurado desde el gobierno nacional. Tuve la grata sorpresa de encontrarme y compartir un chivito con Cheickh Fall, un vendedor ambulante senegalés que en su momento representé cuando trabajaba en la Defensoria; visité el matadero municipal y me entrevisté con su director, Jorge Céspedes (quien me prometió que habrían de facilitar el uso del matadero para los pequeños puesteros de la zona en vez de a seis productores medianos o grandes de afuera). Finalmente, comprobé con mis propios ojos por qué Malargüe siente orgullo de tener el mejor cielo estrellado del mundo. 
En Los Molles fuimos junto a Hugo Magallanes, integrante de la Asamblea, a visitar al puestero Cirilo Rojas, conocido como Lilo, quien estaba haciendo la invernada de sus 1000 cabras y 130 vacas en una tierra que le alquila a los malayos que compraron, gracias al ex intendente Celso Jaque, todo lo que se extiende entre la ruta 40 y Las Leñas, un ejemplo de eso que solemos llamar "acaparamiento de tierras".
En San Rafael conocí y conversé extensamente con Damián Segura, responable de comunicación de la Unión de Trabajadores sin Tierra (UST) de Mendoza, afiliada al Movimiento Nacional Campesino Indigena y a la Vía Campesina. Tuve el placer de conocer a Alejandro Schettini y Virginia Leopardi, quienes, además de ser integrantes de la Asamblea de San Rafael, desde su finca La Rosendo elaboran vinos naturales, jugo de uva y harina de vino. Tras un suculento locro, junto a ellxs y sus amigxs compartimos una agradable tarde sembrando cebada para que algún día el arte de lxs anfitrionxs la convierta en una espumosa cerveza libre de agrotóxicos. También conocí la experiencia de Oasis del Sur, una red de productores agroecológicos de verduras, huevos, especias, conservas, mieles y aceites de oliva que entregan a domicilio a través de la energía y el fanatismo agroecológico de una italiana llamada Fulgida (quien no pudo evitar la nostalgia cuando vio la macchina de Rocinante estacionada en su chacra). Pude visitar también la Finca Las Payas, una fantástica bodega "contra cultural" en construcción natural en la que Santiago Salgado, también integrante de la asamblea, rescata variedades de uvas en riesgo de desaparición como consecuencia de la "cocalizacion del vino" y elabora con ellas vinos únicos, con nombres creativos (como un moscatel llamado "Moscato di Cardinale" - con la foto de Claudia Cardinalli- y Vino Anarco, entre otras exquisiteces que alegran el alma y la vida). Como si esto fuera poco, la hospitalidad de Constanza Baldovin hizo que compartiéramos una increíble velada con su familia de talentosos músicos, un asado hecho por su papá y un limoncello fatto a casa por su mamá. El viaje por la soberanía alimentaria también depara con frecuencia estas alegrías.
Desde la finca La Rosendo me fui hacia Mendoza junto a Carla Martins, quien viene realizando experiencias de voluntariado en granjas orgánicas o agroecológicas a través del sitio wwoofing. 
En Mendoza conté con la hospitalidad y la alimentación sana de Diego Puebla, un joven médico que me fue presentado por Soledad Barruti en el encuentro Como y Sano en Plottier. Tras recorrer Nuestra América junto a la banda de música Zona Ganjah rescatando los "saberes de los abuelitos" (como él dice), Diego abrió consultorios en Mendoza y Neuquén, desde los que desafía a la ortodoxia médica con sus rastas (que ahora se cortó), centrándose en una alimentación consciente y sana (que tu alimento sea tu medicina), recurriendo a terapias alternativas y generando conciencia entre sus pacientes sobre el negocio detrás del sistema médico hegemónico y sus vacunas y fármacos asociados. Asistí a un interesante debate sobre el futuro de los movimientos sociales en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Cuyo a cargo de Luis Carlos Marrero, Diego Ramos y Diego Montón, éste último coordinador de la UST. Tuve la dicha, el placer, el honor (sí, todo eso y más) de conocer a María Teresa Cañas, conocida por todxs como "Guni", integrante de la Asamblea Popular por el Agua de Mendoza y docente, quien me invitó a compartir una charla con sus alumnxs sobre derecho a la alimentación y soberanía alimentaria. Junto a Guni fuimos a la Bioferia que tiene lugar todos los sábados en Mendoza, tras la cual compartimos el almuerzo con otro grande, el profesor Marcelo Giraud, mientras degustamos un vino 100% libre de sulfitos de Pulpo Rojo creado artesanalmente por Jorge Horacio García. También me sumé a la reunión de líderes migrantes que tuvo lugar en la Ciudad y participé de sus deliberaciones y festejos. Me reencontré con Laura Decourguez, a quien había conocido en Cipoletti. Conocí la experiencia del Almacén Andante, que acerca a los consumidores de Mendoza productos de la economía popular en La Casita Colectiva y en una feria en la Universidad, me reuní con el distribuidor de productos orgánicos Adam Comway y, por último, participé de una reunión de la Asamblea Popular por el Agua para conversar sobre la posibilidad de crear una Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria en la Universidad Nacional de Cuyo en la que confluyan todos los actores vinculados a la soberanía alimentaria. 
En Tunuyán, junto a Diego Puebla fuimos a visitar la experiencia agroecológica de Madre Tierra, en la que Azucena Pereyra y su familia elaboran más de cien productos distintos, entre los cuales se destacan los fideos de maca y espirulina. Más tarde fuimos a visitar a su hermana María Jesús, quien desde la finca familiar El Peregrino elabora jugo de manzana y de pera y deliciosos vinagres totalmente agroecológicos. También fuimos a visitar la finca Pagliafora en la que una familia produce papa, tomate y ajo de manera agroecológica. 
En El Plumerillo visité el Centro de la Cooperadora contra la Desnutrición Infantil (CONIN) -cuyo director es el Dr. Abel Albino- y me reuní con la médica responsable de los centros desde el inicio de CONIN, Dra. Virginia Sabio.
En Jocolí tuve la enorme satisfacción de conocer la escuela campesina que desarrolla la UST, asistiendo a una clase de tercer año en la que lxs alumnxs compartían sus temas de investigación final bajo la supervisión de Facundo Martín y de la materia "Territorio" de primer año, en la que Lena y Guillermo abordaron, para mí grata sorpresa, temas como privatización de los bienes comunes naturales, extractivismo y militarismo. También conocí el emprendimiento de elaboración de salsa de tomate, jugo de fruta y vino que la UST desarrolla bajo la denominación "Manos del Pueblo: producto de la lucha campesina por la soberanía alimentaria", la sala de reuniones y la radio de la organización. 
En Uspallata visité la casa en construcción natural y huerta que desarrollaron Gabriela Lavigna y su compañero Paulo (quienes venden sus excedentes en la Bioferia de Mendoza) y junto a ellxs participé de un programa de radio sobre soberanía alimentaria. 
En Puente del Inca, tras maravillarme una vez más al contemplar el atardecer sobre el Aconcagua, el techo de Nuestra América, y superar el soroche en el puente, conocí a Lula, la hija de Guni, para comprobar que, de tal palo, tal astilla (aunque Guni seguramente dirá que de tal astilla tal palo). 
Luego de Mendoza tenía previsto continuar por la Cordillera hacia San Juan, pero el cumpleaños de mi vieja, las ganas de abrazar a mis seres queridos y la venida de Vandana Shiva y Marie Monique Robin (el orden de los factores no altera el producto), hizo que cambiara de planes y comencé a retornar a Buenos Aires. 
En la provincia de San Luis, al tiempo que disfruté de un almuerzo con la familia de mi amiga Rosario Fourcade, la hospitalidad de Cynthia Berardi y Connie Clark y un magnífico concierto casero de tonada cuyana, conocí las ciudades de San Luis, Juana Koslay, Potrero de Los Funes, Estancia Grande, Trapiche, La Florida, y la Carolina, tomé contacto con la Asamblea que está luchando contra un emprendimiento minero cerca de San Francisco del Monte de Oro; visité el Parque Nacional de la Sierra de las Quijadas, que el gobierno provincial quiere recuperar para -según el gobierno- devolvérselo a sus legítimos propietarios, los pueblos originarios Huarpes. De allí me dirigí a Las Rosas, en el valle de Traslasierra, Córdoba, donde me encontré con mi amiga Pato Gallardo, quien trabajaba en el Centro Depurativo del Dr. Palmetti y ahora está queriendo desarrollar un emprendimiento agroecológico en el corazón de la ciudad de Villa Dolores. Junto a Pato fuimos hasta Merlo para reunirnos con Fernando Frank, uno de los integrantes de la Asociación de Campesinos del Valle de Conlara, organización que nuclea a 80 familias campesinas y está librando una dura batalla contra la empresa Monsanto, la cual produce las semillas de maíz transgénico con altos niveles de agrotóxicos  en el Valle de Conlara.
En Villa Dolores nos reunimos con el presidente del Concejo Deliberante, Julio Herrero, ya que había un proyecto de ordenanza municipal para crear una Feria en la Ciudad, apoyado por varias entidades locales. Hicimos llegar el apoyo de las Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria a la iniciativa, y la ordenanza fue aprobada por unanimidad. La idea es que, si bien en una primera etapa la feria estará abierta a todos los productores del Valle (y prohibida la reventa), el municipio, en pos de promover la transición a la Agroecología, exigirá a los feriantes que, con el apoyo de INTA y Agricultura Familiar, inicien un proceso de transición agroecológica. También nos reunimos con César Gramiglia y Hernán Seibane, técnicos del INTA (de esos que honran la extensión rural) y con el imprescindible Marcos Tomasoni, ingeniero químico cuyo trabajo sobre las derivas de los agrotoxicos demuestra que la supuesta coexistencia entre los modelos alimentarios que algunos propugnan, sencillamente es imposible. También aproveché para reunirme con la querida familia Silvia, cuya amistad me honra desde que, como misionero, visité su casa por primera vez hace muchos, muchos años. Y en La Población visitamos a mi abuela postiza, la querida Carmencita Ortiz.  
En Las Rosas visitamos la feria sabatina, devenida un clásico del Valle de Traslasierra después de diez años de funcionamiento y nos reunimos con un integrante de la Unión Campesina de Traslasierra (UCATRAS), integrante del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), del MNCI y de la Vía Campesina. 
De vuelta en San Luis, pasé por Villa Mercedes, la segunda ciudad más importante de la provincia, donde además de contar con la hospitalidad de Mariana Pretel y su familia, fui a visitar a Matías Bosco, quien junto a su padre Daniel y su madre Nora, causó sensación al haber producido zapallos de manera agroecológica en las afueras de la Ciudad.
En Santa Isabel, La Pampa, fui a visitar el establecimiento "La Soledad", donde el puestero Raúl Lucero cría los caprinos criollos colorados que todos los años se llevan todos los premios. 
En Punta del Agua, Mendoza, me reuní con Juan José Bravo, representante de la UST en la zona , quien me contó de la radio comunitaria y de la lucha por la tierra que actualmente tiene lugar ya que una empresa italiana pretende desalojar a los campesinos de las tierras que utilizaron tradicionalmente para el pastoreo de sus cabras. 
En Castex, La Pampa, tuve el placer de conocer a Liana Morini, quien lideró la lucha popular para eliminar los PCBs que estaban provocando una gran cantidad de cánceres en la Ciudad. 
En General Pico visité una planta de fabricación de silobolsas y me reuní con Lorena Allemandi, Directora de Políticas Alimentarias de la Fundación Iberoamericana del Corazón Argentina (FICA), organización que está desarrollando muy buenas investigaciones sobre alimentación de manera independiente de las empresas de la industria alimentaria. 
En Santa Rosa volví a encontrarme con muchas de las personas que había conocido en mi visita anterior, participé de la Marcha Ni Una Menos, y junto con Fede Moreno emprendimos la marcha hacia Buenos Aires. 
En Buenos Aires me regalé el lujo de participar de todas las actividades con Vandana Shiva y Marie Monique Robin, de acompañar la demanda que FESPROSA, Madres de Ituzaingó Anexo y la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, con el patrocinio de unos queridos y comprometidos colegas, efectuaron contra el SENASA por la falta de evaluación de la toxicidad del glifosato y, más importante aún, me cargué del amor y los abrazos de mi gente querida para volver a la ruta.
Unos días después fui para Gualeguaychú, Entre Ríos, donde de la mano de Emilio Vitale –uno de los pioneros y referentes principales de la Asamblea Ambiental- recorrimos los centros de atención primaria de salud (CAPS) en los que el municipio está queriendo reactivar huertas agroecológicas con la gente de los barrios y el lugar donde va a emplazarse la Plaza Comestible. También fuimos junto a un funcionario de la Dirección Municipal de Ambiente a constatar, con mucho dolor, un desmonte de 100 hectáreas de monte nativo para hacer lugar a plantaciones de soja y un feedlot. Visitamos al "Flaco Claret", otra leyenda viviente de la Asamblea de Gualeguaychu, con quien conversamos sobre los desafíos socioambientales de la provincia en el marco del maravilloso reducto de biodiversidad que es su casa. Luego fuimos los tres a visitar a Daniel Ingoll, uno de los descendientes del dueño de una vieja cremeria, quien tras viajar por nuestra América, volvió para poner manos en la tierra y está cultivando hortalizas y criando una vaca jersey que le provee la leche con la que elabora un queso al día. En la ruta con Emilio uno disfruta de un torbellino de ideas y proyectos ya que Emilio es especialista en sistemas y está todo el tiempo pensando y compartiendo soluciones a distintos problemas (mechadas con algún que otro canto, ya que también tiene inspiración para eso, y la Asamblea bien lo sabe). También fuimos a conversar con José Dorati, Secretario de Extensión de la Facultad de Bromatologia de la UNER y coordinador administrativo de la Cátedra Libre de Soberanía  Alimentaria que allí existe, quien nos puso al tanto de las novedades y proyectos de la CALISA. En Gualeguaychú me reencontré también con mi querida colega María Fernández Benetti, quien tras militar muchas causas ambientales en Buenos Aires, decidió volver a su provincia natal con su familia.
En Concepción del Uruguay me adoptaron como hijo los padres de mi compañera de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la UBA, la Licenciada en Nutrición Andrea Graciano. Padre y Madre me llevaron a conocer la Ciudad y los vestigios de la Junta Nacional de Granos. También fuimos a la feria que tiene lugar los sábados y donde se ofrece de todo, hasta leche fresca y distintas carnes. Cuando llegó Andrea y su amiga Paula festejamos el día del padre todos juntos. En Concepción también me reencontré con mi amiga Victoria Venere, a quien no veía hace 20 años y que, vueltas de la vida, terminó trabajando en temas afines a los que abordamos. Por último, me reuní con los integrantes de la Asamblea de Concepción del Uruguay Martín Toni, Cristina Tejedor y Jorge Bevacqua, junto a quienes fuimos a visitar la Escuela Rural Primaria Nro. 30 y Secundaria Nro. 24, donde lxs niñxs sufren en carne propia las fumigaciones de un campo lindante. Allí nos entrevistamos también con Ulma Báez y su compañero Pedro Garay, quienes tienen problemas de salud derivados de las fumigaciones. El día anterior a nuestra visita, el Fiscal Coordinador le había notificado a Ulma que su denuncia por la fumigación había sido archivada por inexistencia de delito, con lo cual las afecciones a su salud y la muerte de sus patos y frutales quedó impune. Visitamos también otra escuela rural fumigada en septiembre de 2014 y dos barrios afectados por las fumigaciones. A la noche, surubí asado mediante, conocí a Alejandro Ferrazzi, ex productor arrocero quien está desarrollando un emprendimiento de nueces de pecan. Al día siguiente fui a visitar su campo lindante a un criadero de conejos y pollos parrilleros que también me permitieron ver. 
En Basavilbaso me quedé en la casa del sindicato de docentes AGMER -uno de los pocos del país que lucha de manera decidida contra los agrotoxicos- gracias a la hospitalidad de Mariela Leiva. Tuve el placer de ir a visitar a Fabián Tomasi, quien tras haber sufrido las consecuencias de los agrotóxicos en su propio cuerpo, se convirtió en un luchador incansable contra este modelo productivo que nos está enfermando y matando, y en un ejemplo para todxs nostrxs. Dias atrás había tenido lugar el Campamento Sanitario en la Ciudad, en el que quedó evidenciado que lo que "el loco" decía era cierto. También conocí a Cristina Possidoni, licenciada en nutrición con una amplísima trayectoria, quien está trabajando la soberanía alimentaria desde la mirada de los pueblos originarios y, tras "caminar entre los mapuches", ahora lo está haciendo entre los charrúas. Por eso, junto a ella y Gabriela Zurmuhle fuimos a Maciá y nos reunimos con la Tayta (autoridad indigena) y un grupo de mujeres de la comunidad Güe Guida Berá (significa "el reflejo de la luna sobre el agua"). Luego fuimos a Rosario del Tala, donde nos reunimos con Susana Garcia, quien estaba haciendo una investigación sobre intervenciones de salud desde una perspectiva de derechos. Tras comer una deliciosa comida Kosher preparada por Marta Eker, fui a visitar la finca agroecológica de Rubén Schlotthauer y su compañera Alicia Schwartzman, campesinos que elaboran más de de 100 productos distintos, todo en armonía con la naturaleza, y que demuestran, una vez mas, que otra forma de producir es posible (y rentable). Por último, tuve el honor de compartir unos mates con el Dr. Roberto Lescano, incansable luchador contra los agrotóxicos  e integrante de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados. 
En Líbaros fui a visitar a Marta Cian, quien pasó a ser conocida como "la loca de la máscara" ya que, afectada por las fumigaciones, salía a caminar por el pueblo con una máscara. Una pena que este modelo criminal impidiera contemplar la belleza de su rostro. Con su incesante lucha (habla con todos, persigue e insulta a los mosquitos fumigadores, denuncia), las fumigaciones han disminuido, y hoy ya no usa la máscara que la hizo famosa en las fotos de Pablo Piovano. 
En Colón me encontré nuevamente con María Fernández Benetti y, junto a los integrantes de la asamblea Guillermo Treboux y Carlos Serrati, fuimos a visitar la chacra en San José de Marina Páez, integrante del Movimiento Campesino de Liberación, quien cría cerdos y pollo de manera (mucho) más natural que sus vecinos, lo que provoca que hasta los funcionarios que promueven otros modelos en la zona vayan, a la hora de pensar en su propia nutrición, a buscar sus animales. 
En Villaguay participamos con María de una reunión con las comunidades charrúas de la provincia, las cuales enfrentan serios problemas de representación política y de conflictos de tierras. 
En San Salvador me reuní con Andrea Kloster, quien lideró la lucha contra los agrotóxicos, por lo cual también fue llamada "loca" que quería entorpecer el crecimiento de la "capital nacional del arroz". El Campamento Sanitario, una vez más, demostró que la loca tenía razón, ya que, entre otras cosas, el polvillo de arroz que todos respiran en la Ciudad tiene cuatro agrotóxicos, uno de ellos vinculado a la producción de soja. Escuché el testimonio desgarrador de Patricia, la mamá de Leyla, una chiquita de 14 años que falleció, según le dijeron en el hospital Garrahan (pero no se animaron a firmarlo) como consecuencia de los agrotóxicos. Por último, me reuní con Luis Maria Pichi López, un abogado que viene acompañando la lucha. 
En Concordia me reuní con Cristina Guitar, licenciada en nutrición que, desde el Área de Políticas Alimentarias Saludables del municipio intentó desarrollar programas de soberanía alimentaria; me contó de la experiencia de la Mesa de Gestión Local para la Economía Social y Solidaria (Me Gless) y de la Asociación para el Dearrollo de la Economía Social y Solidaria (ADESYS). Luego me reuní con Facundo Scattone y lxs integrantes de la Asamblea Ambiental de Concordia, quienes comenzaron a juntarse en la lucha contra el fracking y hoy han ampliado la lucha a otras causas ambientales. También me reuní con lxs integrantes de la Asociación Piri Hue, quienes comenzaron trabajando en un proyecto de extensión con los pecadores artesanales y hoy han conformado una red de comercio justo que vincula a los productores locales con los comensales de Concordia, además de servir como espacio de debate sobre la soberanía alimentaria. 
En Chajarí visité el emprendimiento "Natur Citrus" de Raúl Gustavo Borgo y Diego Zanpedri, quienes producen mandarinas, naranjas y limones de manera 100% agroecológica y, coherentes con eso, militan por las causas ambientales en la zona. 
En Curuzu Cuatia me encontré con mi compañero de la facultad y amigo Lalo Recalde y compartí una hermosa velada junto a su familia y amigos.
Ahora me encuentro en Mercedes, Corrientes, pronto a partir mañana a Colonia Pellegrini, puerta de entrada a los Esteros del Iberá. Nunca más oportuna la visita en tiempos en que parece naufragar el proyecto de ley de humedales por la presión de los agronegocios. 


Como quedó evidenciado en mi anterior crónica también, en Argentina se desenvuelven a diario dos modelos alimentarios en pugna: el de los agronegocios y el de la soberanía alimentaria. 
La coexistencia no es posible. 
De todxs y cada uno de nosotrxs depende, individual y colectivamente, con cuál de los modelos nos quedamos.